Estoy en medio del desamor, ni al principio ni al final. Sino en un medio de esos imprecisos, que se saltan el ecuador. Estoy entre el mar, la tierra y el cielo. Sin estar en ningún sitio. Sin poder nadar, ni correr, ni volar. Estando al alcance de todo. Atada de pies y manos. Viendo el mundo delante de mi. Sin poderlo coger.
- Se mira pero no se toca.- Me dice una voz, o más bien el eco retumbante de ella.
- ¿Porqué?
- Porqué tus manos ahora no saben lo que quieren.
- ¿Cómo?
- Sí, y lo manosearían todo sin sentir nada.
- Entonces, ¿nunca podré ser partícipe activa?
Se oyó una risa sabia. -Claro que sí.
- ¿Y cuándo?
- Cuando estés preparada.
- Mmmm... ¿y cuándo será eso?
- Pues depende de tí.
- ¿De mí?
- Sí.
- Y si ya lo estoy, ¿cómo podría saberlo?
- Aún no es el momento, porqué si lo fuera lo sabrías.
- Mmmm...
- Tranquila...- Sentí, sin verle, que sonreía y eso me tranquilizó.-Ahora puedes ver, para empezar a sentir por ahí. Cuando tus manos sientan y puedas, entonces, componer y pintar en caricias a lo que tus ojos se estén dedicando, podrás tocar... sentir y coger lo que ya sepas que quieres.
- Pero si ahora también siento...
- Pero lo único que sientes es descontrol, desconcierto en la banda y así nada de lo demás suena claro. ¿Lo entiendes? Esto está aquí para tí. Ahora estás delante de todo y de nada, teniéndolo sin tenerlo. Estás delante del universo, de un cosmos que escribe en estrellas que tienen mucho que decirte si sabes leerlas en braile. Delante de un mundo, real y fantástico. Delante de tu vida. Y de un millón de posibilidades. Pero esto no está aquí para ver y no tocar. No es un escaparate. Aunque aquí también se pueden romper cosas, sólo tienes que ser consciente de ello y no tener miedo a que pueda pasar. Porqué si te equivocas puedes volver aquí, al punto cero de gravedad y volver a elegir. Esa es la magia. Ese es el truco sin artificios.
No está aquí para ver y no tocar.
Está aquí para vivirla.
Adéntrate, pequeña.
Y me quedé dormida.
- Y se quedó dormida. Sumida en un sueño de paredes blancas donde aún retumbaban las palabras “adéntrate, pequeña”, perdidas en el vació que llenaba aquella habitación que chorreaba armonía. Y la tranquilidad, al fin, bailaba o danzaba, no está muy claro. O quizá será más preciso decir que se balanceaba en hojas de otoño inexplicables que caían despacio, dejando imaginar su crujido al pisarlas en un futuro impreciso no muy lejano, o sí. Depende. Todo momento es relativo.
Olvidarte es un momento que fue. Lo que todavía no sé si largo o corto. Porqué eso también dependerá del juicio de unos y otros. Y del tiempo que pase después. Del tiempo que corra en mi vida. Para mi misma.
De momento el eco anclado me habla. En intervalos. En incisos intercalados. Y ahora. Se calló. Silencio de palabras.
- Se mira pero no se toca.- Me dice una voz, o más bien el eco retumbante de ella.
- ¿Porqué?
- Porqué tus manos ahora no saben lo que quieren.
- ¿Cómo?
- Sí, y lo manosearían todo sin sentir nada.
- Entonces, ¿nunca podré ser partícipe activa?
Se oyó una risa sabia. -Claro que sí.
- ¿Y cuándo?
- Cuando estés preparada.
- Mmmm... ¿y cuándo será eso?
- Pues depende de tí.
- ¿De mí?
- Sí.
- Y si ya lo estoy, ¿cómo podría saberlo?
- Aún no es el momento, porqué si lo fuera lo sabrías.
- Mmmm...
- Tranquila...- Sentí, sin verle, que sonreía y eso me tranquilizó.-Ahora puedes ver, para empezar a sentir por ahí. Cuando tus manos sientan y puedas, entonces, componer y pintar en caricias a lo que tus ojos se estén dedicando, podrás tocar... sentir y coger lo que ya sepas que quieres.
- Pero si ahora también siento...
- Pero lo único que sientes es descontrol, desconcierto en la banda y así nada de lo demás suena claro. ¿Lo entiendes? Esto está aquí para tí. Ahora estás delante de todo y de nada, teniéndolo sin tenerlo. Estás delante del universo, de un cosmos que escribe en estrellas que tienen mucho que decirte si sabes leerlas en braile. Delante de un mundo, real y fantástico. Delante de tu vida. Y de un millón de posibilidades. Pero esto no está aquí para ver y no tocar. No es un escaparate. Aunque aquí también se pueden romper cosas, sólo tienes que ser consciente de ello y no tener miedo a que pueda pasar. Porqué si te equivocas puedes volver aquí, al punto cero de gravedad y volver a elegir. Esa es la magia. Ese es el truco sin artificios.
No está aquí para ver y no tocar.
Está aquí para vivirla.
Adéntrate, pequeña.
Y me quedé dormida.
- Y se quedó dormida. Sumida en un sueño de paredes blancas donde aún retumbaban las palabras “adéntrate, pequeña”, perdidas en el vació que llenaba aquella habitación que chorreaba armonía. Y la tranquilidad, al fin, bailaba o danzaba, no está muy claro. O quizá será más preciso decir que se balanceaba en hojas de otoño inexplicables que caían despacio, dejando imaginar su crujido al pisarlas en un futuro impreciso no muy lejano, o sí. Depende. Todo momento es relativo.
Olvidarte es un momento que fue. Lo que todavía no sé si largo o corto. Porqué eso también dependerá del juicio de unos y otros. Y del tiempo que pase después. Del tiempo que corra en mi vida. Para mi misma.
De momento el eco anclado me habla. En intervalos. En incisos intercalados. Y ahora. Se calló. Silencio de palabras.
1 comentario:
Me fascina tu soltura.
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