martes, 18 de agosto de 2009

DESPEGANDO desde el MEdio

Estoy en medio del desamor, ni al principio ni al final. Sino en un medio de esos imprecisos, que se saltan el ecuador. Estoy entre el mar, la tierra y el cielo. Sin estar en ningún sitio. Sin poder nadar, ni correr, ni volar. Estando al alcance de todo. Atada de pies y manos. Viendo el mundo delante de mi. Sin poderlo coger.
- Se mira pero no se toca.- Me dice una voz, o más bien el eco retumbante de ella.
- ¿Porqué?
- Porqué tus manos ahora no saben lo que quieren.
- ¿Cómo?
- Sí, y lo manosearían todo sin sentir nada.
- Entonces, ¿nunca podré ser partícipe activa?
Se oyó una risa sabia. -Claro que sí.
- ¿Y cuándo?
- Cuando estés preparada.
- Mmmm... ¿y cuándo será eso?
- Pues depende de tí.
- ¿De mí?
- Sí.
- Y si ya lo estoy, ¿cómo podría saberlo?
- Aún no es el momento, porqué si lo fuera lo sabrías.
- Mmmm...
- Tranquila...- Sentí, sin verle, que sonreía y eso me tranquilizó.-Ahora puedes ver, para empezar a sentir por ahí. Cuando tus manos sientan y puedas, entonces, componer y pintar en caricias a lo que tus ojos se estén dedicando, podrás tocar... sentir y coger lo que ya sepas que quieres.
- Pero si ahora también siento...
- Pero lo único que sientes es descontrol, desconcierto en la banda y así nada de lo demás suena claro. ¿Lo entiendes? Esto está aquí para tí. Ahora estás delante de todo y de nada, teniéndolo sin tenerlo. Estás delante del universo, de un cosmos que escribe en estrellas que tienen mucho que decirte si sabes leerlas en braile. Delante de un mundo, real y fantástico. Delante de tu vida. Y de un millón de posibilidades. Pero esto no está aquí para ver y no tocar. No es un escaparate. Aunque aquí también se pueden romper cosas, sólo tienes que ser consciente de ello y no tener miedo a que pueda pasar. Porqué si te equivocas puedes volver aquí, al punto cero de gravedad y volver a elegir. Esa es la magia. Ese es el truco sin artificios.
No está aquí para ver y no tocar.
Está aquí para vivirla.
Adéntrate, pequeña.


Y me quedé dormida.


- Y se quedó dormida. Sumida en un sueño de paredes blancas donde aún retumbaban las palabras “adéntrate, pequeña”, perdidas en el vació que llenaba aquella habitación que chorreaba armonía. Y la tranquilidad, al fin, bailaba o danzaba, no está muy claro. O quizá será más preciso decir que se balanceaba en hojas de otoño inexplicables que caían despacio, dejando imaginar su crujido al pisarlas en un futuro impreciso no muy lejano, o sí. Depende. Todo momento es relativo.




Olvidarte es un momento que fue. Lo que todavía no sé si largo o corto. Porqué eso también dependerá del juicio de unos y otros. Y del tiempo que pase después. Del tiempo que corra en mi vida. Para mi misma.
De momento el eco anclado me habla. En intervalos. En incisos intercalados. Y ahora. Se calló. Silencio de palabras.